El color principal de la marca —y de acento— sigue siendo un amarillo anaranjado. Este color ya estaba siendo usado en el logotipo y se me trasladó la voluntad por parte del patronato de la fundación –integrado por expertos en la obra de Manolo Prieto– de mantenerlo, ya que es representativo de la paleta de colores de la obra de Prieto.

Se introduce un color secundario para los casos en los que pudiese ser necesario un color semántico. En este caso, se extrae el color con cuentagotas de las portadas de «Novelas y cuentos» y se selecciona el que se aprecia con más coherencia. Se tiene en cuenta, tanto crear una paleta armónica —se descarta el verde— como evitar que la paleta evoque ciertos símbolos —se descarta el rojo—.

El cariño y aprecio del órgano de gobierno de esta organización hacia la obra y el artista es tal, como si un hijo, hermana o nieta hablasen de quién fue su padre, hermano o abuelo. Siguiendo en la línea de obtener una paleta que evoque la obra de Prieto, y teniendo en cuenta la misión de la fundación, que no es otra que la de proteger su legado, no podía elegir presentar la obra en un aséptico blanco de impoluto museo. Por ello, se cambia el blanco por un crema evocador de esta calidez y del paso del tiempo sobre la obra de Prieto.

En algunos casos, cuando el blanco digital sea necesario, se usará un “blanco roto”, más parecido al color de un papel físico, evitando el agresivo blanco luz de la pantalla.

Y con toda esta misma lógica se selecciona como negro un gris casi negro. El resultado es más cálido y evocador de un legado que lucha contra el paso del tiempo.